Versión recogida por José Montoya Ccaicuri
Cuenta la leyenda que el máximo soberano del Imperio Incaico venía desde las tierras altas del Cusco hasta las tierras de rebeldes llaqtamaqtas.
Un fastuoso cortejo recorría la larga senda que conduce de Machupicchu, que cruza el rio Apurimaq por el puente de Pumachaka , entre ellos varios hombres fornidos que llevan en hombros una elegante litera y sentado dentro de ella iba el Inca en persona. La música sonaba, las ofrendas a los dioses como Pichi Willka y Utarki eran entregadas y la ceremonia era seguida atentamente por el soberano, quien permanecía sentado en una hermosa silla de oro y piedra labrada.
Según los lugareños de Espinku y Rumichaka en chungui, este hermoso «trono» fue arrojado desde lo alto de la catarata de Waqamullu al rio de Chawpi Chaka y escondido en el interior de una caverna llamado Masu Machay, que es custodiada por seres extraordinarios.
Que desde entonces no se acercaban mucho a la catarata y la caverna, e incluso el camino que conducía a la selva de la comunidad de Chungui era un poco más arriba de la catarata, posteriormente cambiaron el camino ya por lados de la catarata Waqamullu y Masu Machay, pero la silla del Inka no se encontró sano sino en pedazos, que hay personas con suerte que encuentran turrones de oro puro, y tenemos hasta ahora la vistosa y hermosa catarata de Waqamullo que se ve al pasar por el camino.